Ha pasado algún tiempo desde nuestro último Post y no nos da ningún gusto, sinceramente.
A veces con el trabajo y las cosas de la vida diaria se dificulta un poco sacar el tiempo para escribir. Pero esta ruta que hicimos en Agosto (2019) hacia Huancaya, definitivamente no podía quedarse sin su respectivo post, porque tenemos muchiiiisimos datos y recomendaciones para darles ya que es una ruta, si bien difícil, ¡hermosa de hacer! Así que, sin más «bla bla blá», los dejamos con esta experiencia 😀
Tiempo del viaje: 3 días y 2 noches
Dificultad: Difícil
Distancia: Recorrido Total – 610 km
Gasto en Gasolina: 80 PEN / 24.24 USD aprox. (Todo el recorrido)
Gasto Hospedaje: 70 PEN / 21.21 USD aprox.
Gasto en Comida y snacks: 180 PEN / 54.54 USD aprox.
Gasto Tickets y otros: 0 PEN / 0 USD aprox.
TOTAL DE GASTO: 330 PEN / 100 USD aprox.
Desde que hicimos nuestras investigaciones para hacer esta ruta, supimos que habían 2, o hasta 3 maneras de llegar a Huancaya; 2 rutas por la carretera central, y 1 por el sur. La ruta más conocida y común es la de ir por el sur hasta Cañete, luego tomar desvío hacia Lunahuaná, y después dereeeecho hasta Huancaya. Bastante sencillo la verdad, y por lo mismo nos parecía un poco plana y… Mehhh, ¡nosotros queríamos aventura! – ¡Y vaya que la encontramos, eh! – Pero por más que buscábamos información de la ruta por la carretera central, casi no encontrábamos nada preciso o detallado, suponíamos que por ser relativamente nueva; pero pese a eso, y desde el primer momento en que planeábamos este viaje, casi que ya teníamos decidida la opción de ir por la carretera central, ya que de hecho tendría mucho más paisaje. Y pues, ¿Qué tan difícil podría ser? – No estábamos ni cerca de imaginar lo que atravesaríamos, ilusos nosotros.
De las 2 opciones por carretera central, elegimos la ruta que se desviaba en Río Blanco, porque la otra opción era seguir por la carretera central hasta la Oroya, pasando Ticlio y ¡Pfff, noooo!, ¡Por allá es mucha altura, y fríooo, eso ya va a ser muy extremo para nosotros, no estamos preparados! – ¡Jaaaaa! ¡pero es que no tienen ni idea! – Y así es que comienza esta historia…
DÍA 1
Nuestra travesía comenzó sábado poco antes de las 7 am. Obviamente debía de haber sido más temprano peeeero nos quedamos alistando las últimas cosas hasta tarde el día anterior (mejor dicho, mismo día de madrugada) y pues, fue lo que fue (apenas y dormidos creo que menos de 3 horas).
Cogimos toda la Prialé y luego carretera central. Llegamos bastante rápido al parque de Chosica, donde hicimos parada para echarle una mirada al mapa y seguir nuestro camino.
Siguiendo por la carretera central, pensando ya en que hacía su hambre, paramos a «desayunar» en un restaurante de carretera que se llama «Estación 67» que nos pareció muy bueno. Nos pedimos un caldo de gallina para los dos, a 10 solsitos nomás casero; poderoso, suculento; y un par de cafés que costaron 2 soles cada uno. – En ese momento no teníamos ni idea de que ese desayuno se convertiría en nuestro principal sustento de un durísimo día… – Como siempre, Google Maps en mano, seguimos por la carretera Central.
Río Blanco
Hicimos una paradita para tanquear la moto en San Mateo, viendo en el mapa que no faltaba mucho para hacer el cruce. Continuamos la ruta por la carretera, cuando comenzamos a sentir que habíamos avanzando mucho y aún no veíamos ningún cruce; así que nos detuvimos a echar ojo al mapa nuevamente y, Oh Vaya ¿qué creen?, nos habíamos pasado.
Dimos vuelta mucho más atentos y casi que nos pasamos de nuevo, nada más fue preguntarnos «¿Será por aquí?», al ver que una «Combi» se desviaba de la carretera hacia una trocha, que más parecía entrada hacia algún lugar privado; pero no amigos, esa era la vía. Así que estén muy atentos. Queda terminando la curva pronunciada de Río Blanco, hacia la derecha. ¡Ah!, y hablando de trochas, les contamos que a partir de aquí, no volverán a ver una pista asfaltada hasta su retorno 😀 – Nos reímos malevolamente
Iniciando esta trocha, todo el primer tramo estarán pasando por un pueblito junto al río, que en sus afueras, justo antes de comenzar la subida, pasarán por algún restaurant campestre, creemos que son piscigranjas. Nuestro consejo es que se programen y aprovechen para almorzar aquí, porque después de este pueblo, ya no hay más. – Nosotros no lo hicimos, claro. Solo para ponerle emoción a esta historia – En ese momento pensamos «Uhmm huele rico, pero ya almorzamos más adelante, no tenemos mucha hambre todavía. – Y pues, ajá, nos arrepentimos todo el camino. (Eso sí, si llegan a almorzar, que no sea nada muy pesado, pues les queda muuuuucho por recorrer… Y subir.)
El paisaje a medida que se va avanzando, va cambiando poco a poco poniéndose cada vez más bonito, con ocasionales caídas de agua que ya dejaban ver ese ligero color turquesa heeerrrrmoso característico de la Reserva Nor Yauyos. Cada vez también se hacían notar más las curvas y la sensación de estar yendo en subida, y mientras más avanzábamos, también ya se empezaban a sentir las brisas más heladas – Junto con la brisas heladas, también ya nos dimos cuenta que perdimos la señal
La verdad ya no recordamos tanto lo que se refiere a tiempos, pero habrá pasado como cerca a hora y media o 2 horas de subidas, lindos paisajes y alguna parada ocasional, ya sea para tomar fotos, ver el paisaje o estirar las piernas; hasta que llegamos a Yuracmayo.
Ver esta publicación en Instagram
Yuracmayo
En este momento ya empezábamos a sentir los efectos de la altura, teníamos malestar y hambre.
En Yuracmayo hay un pequeño pueblito pero, al menos cuando nosotros pasamos, estaba desolado. Ni una tienda, ni personas, ni nada de nada. Ya comenzábamos a arrepentirnos de no haber almorzado, pero con la esperanza viva nos dijimos «Ya más arriba algún pueblito habrá» – Sí, claro.
Llegamos hasta la laguna Yuracmayo, que es preciosa, y nos detuvimos a la orilla. En ese momento, mientras tratábamos de engañar al estómago con un par de ciruelas que habíamos metido a la mochila al salir de casa, vimos que se acercaba hacia nosotros una camioneta. Se detuvo junto a nosotros, eran al parecer trabajadores de la zona.
Nos preguntaron que hacia donde íbamos, muy amables y campechanos ellos. Les contamos que íbamos hacia Huancaya, y consultamos a ver si íbamos por buen camino. El señor se puso a pensar y puso una cara rara, lo que hizo que por unos segundos sudáramos un poquito de frío de pensar que podíamos estar fuera de ruta. Pero luego dijo, «Eso creo que es pasando Tanta, tienen que seguir subiendo no más, van a pasar por una la laguna, luego el nevado, y bajando encuentran el desvío a Tanta». En nuestra mente estalló algo en ese momento – ¿Un nevado? ¿Perrrrrrrdón?
Le agradecimos y seguimos nuestro camino – Pensando que ese señor tenía que estar alucinando un poquito, o sea, ¿Nevado?
Seguimos el camino… subiendo.
A ratos la ruta se ponía más complicada, con ese tipo de suelo tipo «gravilla» que hacía que a veces la moto se resbale un poco, sobre todo en las curvas pronunciadas; por lo que teníamos que ir muy lento y hasta teniendo que bajar en algunas partes para aligerar el peso. A medida que avanzábamos, el malestar por la altura también empeoraba. Teníamos que hacer paradas más seguidas debido a esto y no habíamos ido preparados para enfrentar altura. Además, la carretera es prácticamente sola. Si antes veíamos alguna camioneta ocasional (Muy ocasional), ya por este lugar eso era prácticamente nulo. Así que, sin gente en las carreteras ni señal en el celular; ni como para pedir ayuda si es que – Dios no quiera – llegábamos a necesitarla.
La ruta no hacía más que complicarse y con ella los malestares, aunque junto con esto, también los paisajes impresionantes, claro – Pero qué terrible es no poder disfrutarlos como queríamos, aunque lo intentábamos, amigos.
No teníamos ni idea de a cuanto tiempo estaríamos del próximo pueblo o si es que si quiera habría alguno.
Mientras nosotros seguíamos avanzando y muriendo lentamente con la altura, vimos que nos íbamos acercando hacia un par de motos estacionadas, y rodando la vista un poco más allá, los dos jóvenes dueños – A nosotros nos parecieron ángeles, la verdad – sentados en un peñal, como quien se tiende en un parque a conversar con un amigo – pero a 4500 msnm o quizá un poco más. Nos detuvimos y les preguntamos si había algún pueblo cerca – creo que pudieron notar que lo necesitábamos -. Nos dijeron que el próximo pueblo era en donde ellos vivían, Carhuapampa, que estaría como a una media hora; pero que quedaba contrario al desvío hacia Tanta, que estaría como a 1 hora – Realmente, había que multiplicar por 2 cualquier distancia o tiempo que te dieran por aquí. Es parte de la guía básica del turista en las zonas andinas 😅
Nosotros teníamos claro que necesitábamos llegar al pueblo que estuviera más próximo, no importaba si teníamos que desviarnos – Para ser francos, en este punto la verdad que no estábamos seguros si podríamos continuar hasta nuestro destino.
Carhuapampa
Continuamos nuestro camino solo con la visión de llegar hasta el pueblo.
Pero si bien pensábamos que ya habíamos subido todo lo que había que subir, nos equivocamos.
Las brisas se iban poniendo mucho más heladas, y sí, ya se veían los picos con nieve a lo lejos. Los paisajes se abrían cada vez más hermosos, pero nuestro ánimo solo iba decayendo. Nos detuvimos varias veces tratando de recomponernos, a la vez que no perdernos del todo las hermosas vistas, y lo hicimos dentro de lo que para nosotros fue posible en ese momento.
Y así señores, después de tanta subida, nos encontramos con hielo. Esto fue emocionante a la vez que aterrador, no sabíamos si eso era indicativo de que lo duro apenas comenzaba y ahora nos tocaría viajar con nevada, o granizo Uffff… O si ya era lo último de la subida y se venía la bajada. Gracias a Dios fue lo segundo.
Siguiendo la única ruta que fuimos capaces de ver sin percatarnos de absolutamente ningún desvío; fue que llegamos a Carhuapampa. Ver ese pueblo a lo lejos y luego el arco de bienvenida, fue la sensación más bonita y de felicidad que hayamos sentido en varias horas. ¡Un pueblo por fin!
Debían de ser como las 4 y poco cuando llegamos a Carhuapampa, pero el pueblo parecía deshabitado. Una mirada al celular, seguíamos sin señal. Intentamos preguntar a una señora que estaba en la plazita (la cual estaba como en obras en el momento), pero no nos pudimos entender, ni la señora a nosotros ni nosotros a ella. Agradecimos de todas maneras y seguimos por una de las angostas calles.
Encontramos a un señor esta vez, y le preguntamos si conocía algún hospedaje, y nos dijo que no – Sentimos el alma escaparse del cuerpo por un momento, ya nos alucinábamos durmiendo detrás de alguna piedra en el páramo – preguntamos entonces si habría alguna tienda, y nos indicó una casa con una pequeña entrada entreabierta – ¡Bien!. al menos tendríamos provisiones – Nos dirigimos a ella y una señora muy amable nos atendió, aunque al principio también un poco dudosa de nosotros. Compramos algunas cosas para comer y luego preguntamos nuevamente si conocía un hospedaje o lugar donde pudiéramos pasar la noche. Y gracias a Dios nos dijo que sí.
Se ofreció ella misma a llevarnos donde la persona encargada, y así fue como conocimos al señor Mesías – Y vaya que en ese momento parecía serlo para nosotros. – Nos atendió muy amablemente, 10 soles por persona fue los que nos cobró pasar la noche. Era un cuartito compartido armado con tablones en un segundo piso, con varias camas, una al lado de otra para quienes llegaran, cada cama con una pila de frazadas «tigre» para poder pasar esas noches «Carhuapampinas» tan frías – Mejor dicho, ¡heladas! – Comparado con pasar el soroche detrás de alguna piedra, este cuartito nos pareció la gloria.
Abusando un poco de la confianza que nos dio el señor Mesías, al decirnos que no había teléfono público en el pueblo pero que su celular con señal «Claro» sí tenía línea, le pedimos poder hacer una rápida llamada a mi familia y comunicar que estábamos bien, para que no se preocupen. Él accedió con mucho gusto y sin reparo, no nos quiso cobrar.
Nos comentó el señor Mesías que, así como nosotros, había llegado el día anterior otra pareja en moto, también muy mal con el soroche, sin poder continuar y que no pudieron seguir hacia Huancaya, sino que tuvieron que retornar a Lima. Y aunque eso nos generó un poco de preocupación, en ese momento lo único que queríamos era descansar. Nos indicó el señor Mesías que si queríamos comer, debíamos de pedir a alguien del pueblo que nos cocine, porque pues, no hay restaurantes. Salimos nuevamente a la tienda en busca de pastillas y pedimos entonces a la señora si podría prepararnos algo para la noche, y accedió. Regresamos al cuarto, nos pepeamos a toda; y fue dormir hasta casi las 7pm.
Salimos a esa hora hacia la tiendita a comer, aún con malestares pero ya bastante más recompuestos. Eso sí, ¡hacía un fríoooo tremendo!. La señora nos había preparado un saltado de pollo, muuy rico, acompañado de una caliente taza de muña. 7 soles cada menú fue lo que nos cobró, y sentimos que fue una gran comida. Qué diferencia la verdad el sabor de la comida del pueblo, los alimentos frescos, directos del campo, deliciosos.
Después de cenar, compramos más pastillas para pepearnos de nuevo durante la noche – Que no estamos exagerando amigos, nos sentíamos muy mal – regresamos al cuarto, y dormir con todas las frazadas tigres posibles porque, ¡Madre mía, el frío! – Parecía que algo se había derrumbado encima nuestro, pero no importaba, al menos estábamos calentitos, juntitos, con la pancita llena y con un techo sobre nosotros; ¡Ah!, Esas cosas que a menudo consideramos «simples», que tomamos por sentado y que no agradecemos lo suficiente, pero ¡Qué grandes bendiciones!
La historia continuará en la Parte 2 🙂
No te la pierdas porque estaremos compartiendo recomendaciones y el resumen de tooooda la ruta que terminamos haciendo 😀
7 comentarios
Holaaaaa!!! Qué bonito encontrar este blog, espero de verdad que sigan en esto porque no saben lo útil que nos ha sido este post, no podemos esperar por la parte 2 porque mi novio y yo también viajamos en moto (o hemos empezado en ello jaja) y queremos ir a Huancayaaaaa! Ufff pero qué tremendo lo que pasaron por favor cuéntennos qué más pasó!! Un besooo
Hola Eli, gracias por tu comentario 😀
Es hermoso y emocionante viajar en moto, cierto? Ya está lista la parte 2!, perdona el retraso jeje
http://www.rutapara-dos.com/2020/07/30/ruta-a-huancaya-carretera-san-mateo-rio-blanco-reserva-nor-yauyos-parte-2/
Saludos
Gracias por compartir su historia, queria tomar esa ruta ya sea en moto o carro, pense que no subia tan alto, lo tendre en cuenta ahora
Hola Franz! gracias por tu comentario 🙂
Sabemos que ha pasado mucho tiempo, pero puedes pasarte a ver la segunda parte del post para que tengas una referencia completa 😀
http://www.rutapara-dos.com/2020/07/30/ruta-a-huancaya-carretera-san-mateo-rio-blanco-reserva-nor-yauyos-parte-2/
Saludos!
Nice artigo! Obrigado..
Hola viendo tu post me hiciste recordar que alguna vez pasé por ello también . Me agrada que estén bien. Un gran blog!!!
Estupenda aventura, como no emocionarse al leer cada anécdota que esto ha dejado en ustedes. Yo también quiero vivir las experiencias maravillosas 😁🏍️